Charlotte Bühler y la Teoría del Envejecimiento
La vejez, al igual que las otras etapas de la
vida, tiene su propio conflicto originado, en este caso, entre la aspiración natural
al crecimiento y la decadencia biológica y social que vivencia. El
enfrentamiento de ambas dimensiones provoca una situación de crisis.
C. Bühler describió la madurez como un “período de
culminación” porque constituye la época en que la mayoría de las personas
alcanza un pico productivo en su vida profesional y personal el que transcurre
entre las edades aproximadas de 28 y 50 años. Si bien prevalece un carácter
positivo en la visión general de Bühler sobre la madurez, buena parte de sus
consideraciones teóricas se vinculan con el problema del desgaste y el sentido.
Esta autora sugiere que la “expansión creadora” del sí mismo durante la primera
parte de la madurez (aproximadamente desde los 25 hasta los 45 años) comprende
la “auto-realización en la ocupación, el matrimonio y la propia familia”.
La auto-realización implica también sentido. Sin
embargo, Bühler no trata estos dos conceptos como equivalentes en relación a la
persona madura. Por el contrario, su obra hace referencia a que cuando las
personas se encuentran intensamente comprometidas en el esfuerzo de
autorrealizarse no se preocupan mucho por el sentido. Sólo después, durante lo
que denomina la “fase climatérica” (que comienza aproximadamente a los 45 años)
parecen tener tiempo las personas para reflexionar, o tal vez se trate de que
el impacto acumulado del desgaste las lleva a adoptar esta actitud reflexiva.
Refiere que la adaptación satisfactoria a la
vejez, estaría relacionada con los siguientes patrones conductuales de
acomodación de las personas mayores:
- Anhelar descansar y relajarse porque se ha cumplido el tiempo de trabajo.
- Desear y conseguir mantenerse activos.
- Aceptar las limitaciones para continuar trabajando y verse forzados a resignarse por la evidencia de falta de capacidades.
- Sentimiento de frustración con el tipo de vida vivida.
Según Bühler, los problemas de sentido se tornan
cruciales cuando las personas pasan a través de una “autoevaluación crítica”: Inclusive las personas que hasta este punto no han
sido muy reflexivas pueden sentirse inesperadamente abrumadas por sentimientos
de culpa relativos al tiempo que perdieron o que no utilizaron del modo más
ventajoso para obtener lo que habrían podido sacar de la vida, para lograr lo
que habrían podido lograr, para proporcionar seguridad a su vejez y un
sentimiento de plenitud o logro a su vida considerada como totalidad.
En
general, C. Bühler sostiene que la personalidad madura se ve moldeada en primer
lugar por el esfuerzo hacia la auto-realización y posteriormente por la
inevitable evaluación de la medida en que se la ha logrado. A su vez esta
autora menciona, como lo hiciera Erikson con respecto al estancamiento, que, si
esa evaluación arroja un resultado negativo, las personas mostrarán rasgos
neuróticos e intentarán inclusive el suicidio en los casos extremos.
Bühler presenta cinco etapas del
desarrollo humano.
1. La primera empieza en la infancia
y concluye alrededor de los 15 años. Se caracteriza por cierta noción o
conciencia indiscriminada de propósitos.
2. La segunda etapa se inicia
alrededor de la adolescencia y llega hasta la adultez joven (de los 15 a los 25
años aproximadamente). Aquí comienza una mayor articulación de objetivos pues
hay más dominio de la propia vida. Se plantean cuestionamientos, valores e
ideales acerca del matrimonio, Dios, el trabajo, la profesión. Una forma
satisfactoria de enfrentar esta etapa, es orientar a la persona para que haga
un análisis objetivo de sus características y habilidades personales, de sus
necesidades y sus metas, de forma que logre gran flexibilidad para confrontar y
analizar los problemas.
3. La tercera etapa empieza alrededor
de los 23 años y llega hasta los 45 ó 50, fase en la que las personas no sólo
tienen la posibilidad de lograr una visión más clara de sus objetivos, sino que
éstos serán más específicos y definidos. Generalmente es éste un período de
estabilidad emocional y desarrollo de un gran potencial, pues algunas
preocupaciones como el trabajo, el matrimonio y la familia han sido superadas.
Sin embargo, algunos adultos enfrentan serias crisis durante esta etapa debido
a que han tomado decisiones erróneas tanto en su matrimonio como en su
profesión; experimentan conflictos emocionales y ansiedad pues no han logrado
la integración psíquica, lo que les dificulta su adaptación al quehacer
cotidiano. Según Bühler, si los adultos sienten que sus acciones y elecciones
fueron las adecuadas y que están logrando sus objetivos, tendrán sentimientos
de realización y seguridad. En caso contrario, entrarán en situaciones de
ansiedad y experimentarán sentimientos de fracaso.
4. La cuarta etapa se inicia
alrededor de los 45 años y llega hasta aproximadamente los 65 años. Es una fase
en que las personas sanas pueden evaluar objetivamente lo pasado con lo cual
les será posible realizar proyectos de vida futuros. Si son inmaduras entonces
evitarán el confrontamiento con el pasado y se rehusarán a evaluarlo, debido a
su incapacidad para reconocer errores, lo que les coarta, a su vez, sus
posibilidades de tomar decisiones acertadas en relación al porvenir.
5. En cuanto a la quinta etapa,
correspondiente a la vejez, la dividió en dos períodos: 65 a 80 años y 80 hasta
el momento de la muerte. El tema básico del desarrollo durante la primera fase
es el de la “plenitud del sí mismo”. Implica un sentimiento general de que la
vida, en su conjunto, ha sido digna de vivirse y de que se han logrado ciertos
objetivos importantes. El término “plenitud” se refiere a una experiencia de finalización
hacia la que parece estar orientando su vida la persona que la vive siguiendo
una dirección. Al decir de Bühler: “Me parece a mí, a partir de mi propia
evidencia biográfica... que acumulamos y unimos situaciones de plenitud hacia
el final cuando la vida, para la persona que ve su vida como una totalidad, se
experimenta, como totalidad, plena”.
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